Control de Miopía

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¿Qué es la miopía?

Es un defecto de refracción o error en el enfoque visual en el que las imágenes se enfocan por delante de la retina y no sobre ella lo que provoca visión borrosa lejana, fundamentalmente. La miopía suele aparecer en la infancia y progresa en los siguientes años. Existen diferentes grados de miopía según su número de dioptrías. La miopía es considerada un factor de riesgo susceptible de desarrollar patologías oculares que produzcan lesiones permanentes en la visión. 

¿Qué es la miopía magna o patológica? 

Es aquella miopía que supera las 6 dioptrías. La miopía magna suele estar producida por una elongación excesiva del globo ocular. Se inicia en la infancia y puede seguir progresando en la vida adulta. Este tipo de miopía puede derivar en cambios degenerativos asociados a la elongación excesiva del ojo, especialmente a nivel de la retina, comprometiendo seriamente la visión de la persona que la padece. Los pacientes con miopía magna tienen más riesgo de sufrir diferentes enfermedades oculares como el desprendimiento de retina, degeneración macular miópica, catarata a edades más precoces y glaucoma entre otros. La miopía magna es la principal causa de afiliación por ceguera a la ONCE. 

¿Cómo de frecuente es la miopía? 

Según la OMS, la prevalencia de la miopía y la miopía magna aumenta a un ritmo alarmante a nivel mundial. En las últimas décadas se ha constatado un aumento importante de la población con miopía (principalmente en niños y jóvenes). La estimación de la incidencia de la miopía a nivel mundial fue del 27% de la población en al año 2010 y se estima que, en caso de no actuar eficazmente, la miopía afecte al 50% de la población mundial en 2050.

¿Cuáles son los factores de riesgo para sufrir miopía? 

– Edad: A menor edad de inicio de la miopía, mayor es el riesgo de desarrollar una miopía magna o patológica. – Etnia: En los asiáticos la miopía parece progresar más rápido que en los caucásicos – Herencia: Las personas con antecedentes familiares de miopía son más propensas a padecerla. – Ambientales: El trabajo excesivo de cerca (sobre todo con dispositivos electrónicos) y el no pasar tiempo suficiente al aire libre son los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de la miopía.

¿Cómo puedo sospechar que mi hijo tiene miopía? 

Síntomas habituales de la existencia de la miopía pueden ser: – Dificultad para ver bien lo escrito en la pizarra del colegio. – Acercarse mucho a los libros para leer.

– Querer ver la televisión muy cerca. – Mirar cosas lejanas entrecerrando los ojos. – Fatiga visual y dolores de cabeza. – Parpadear excesivamente o frotarse los ojos con frecuencia.

¿Qué tengo que hacer si creo que mi hijo/a tiene miopía? 

Es muy importante tener en cuenta la necesidad de revisiones tempranas para detectar problemas visuales a tiempo y poder tratarlos con mayor eficacia. Si el niño/a no presenta ninguna sintomatología se recomienda una primera revisión a los 3 años de edad para detectar cualquier problema visual que haya podido pasar desapercibido, aunque un oftalmólogo especialista en niños está capacitado para valorarlo a cualquier edad. Si existe sospecha de miopía es fundamental realizar una graduación con gotas (ciclopléjico) para saber exactamente cual es el defecto refractivo que el niño/a presenta. Sin esas gotas, puede aparecer una miopía “falsa” que el niño no tiene o más miopía de la que tiene realmente. 

Por todo ello, a los niños y adolescentes SIEMPRE hay que graduarlos con gotas y sólo el médico oftalmólogo puede usarlas (en ópticas no pueden instilarse gotas para graduar). Además, el médico oftalmólogo es el único capacitado para hacer un diagnóstico de patologías asociadas a la miopía y un tratamiento adecuado para las mismas. Debido a la incidencia creciente de la miopía, se han llevado a cabo y siguen realizándose multitud de ensayos clínicos para buscar mecanismos que controlen la progresión de la miopía y evitar que se convierta en miopía magna. Se considera progresión de la miopía un amento de la LAX (longitud axial del ojo) y más de 0.75 dioptrías de miopía en un año. Investigaciones recientes muestran que entre las diferentes intervenciones para enlentecer la miopización en niños, la más efectiva y que mostró una marcada reducción en progresión de la miopía fue la atropina (gotas) seguida por ortoqueratología y lentes de contacto de desenfoque periférico. Los últimos estudios publicados en relación al control de la miopía (ATOM 1 y 2: The Atropina For The Treatment Of Myopia Studies) van encaminados a evitar la progresión de la misma en los años donde se produce el mayor crecimiento ocular y reducir así la incidencia de alta miopía. 

El estudio ATOM 2, con 5 años de seguimiento de uso de atropina tópica para el tratamiento de la miopía, mostró que la atropina al 0,01% produjo mejor reducción en la progresión que altas dosis, con menos efectos colaterales y con marcada disminución del efecto rebote observado durante el periodo de seguimiento sin tratamiento: se ha demostrado que el tratamiento con colirio atropina 0.01% es el método más efectivo para el control de la miopía, con menos efectos secundarios (menos probabilidad de producir dilatación de la pupila y problemas con la visión cercana) y con menos probabilidad de que vuelva a crecer la miopía cuando se suspende el tratamiento. Además, el tratamiento con gotas no tiene los posibles efectos adversos que puede tener el uso de una lente de contacto en niños (siendo la infección corneal el más grave) por el menor control en la higiene en el uso de lentes que tienen los pequeños, dificultad en la manipulación de las mismas y la necesidad de tener que llevarlas muchas horas durante el día o toda la noche, entre otros. Además, el coste del tratamiento es mucho más elevado en el uso de lentes que en el de gotas. Está indicado el uso de atropina al 0,01%, una gota diaria en ambos ojos cada noche antes de dormir con el objetivo de frenar la miopización (el tratamiento sirve para evitar la progresión de la miopía; no la hace desaparecer). Para indicar el tratamiento, el niño debe tener una miopía de, al menos, 0.5 dioptrías y que mencionada miopía progrese, al menos, 0.5 dioptrías al año. Con el fin de determinar la utilidad del tratamiento, los efectos secundarios y el control de la evolución progresiva de la miopía se realizarán evaluaciones más o menos frecuentes dependiendo del caso. Si al suspender el tratamiento se produce una recaída, puede reiniciarse hasta frenar de nuevo la progresión. Los mejores pacientes candidatos a este tratamiento son los de más riesgo de progresión: aquellos con progenitores con miopía alta, los que leen mucho y muy cerca, niños que usan mucho ordenador-tablet- dispositivos móviles, niños con poca actividad al aire libre, factores neonatales como la prematuridad, incremento rápido de la LAX (longitud axial del ojo). Hay un 4-9% de los niños que no responden a este tratamiento. En estos casos, según el reciente estudio LAMP (Low concentration Atropine for Myopia Progression) puede aumentarse la dosis a 0.05% y si tampoco responden en este caso se puede añadir ortoqueratología (lente de contacto de uso nocturno que remodela la córnea de forma transitoria) o lentes de desenfoque periférico. Para el control de la miopía en niños también es muy importante tener en cuenta una serie de medidas: a) Realizar actividades al aire libre, con luz solar, el mayor tiempo posible. b) Evitar las tareas a una distancia muy cercana a los ojos durante tiempo prolongado (más de 30 minutos). c) Limitar el uso de dispositivos móviles, tablets u ordenadores (0-2 años: no usar, 2-5 años: máximo una hora al día, 5-18 años: máximo dos horas al día) d) No usar pantallas 60 minutos antes de acostarse.

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